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05/06/2020

Democracia Compleja: superar el miedo y gestionar la incertidumbre

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Democracia liberal y el problema de la incertidumbre

La COVID-19 ha puesto de manifiesto dos puntos débiles del modelo democrático liberal: su dificultad para operar adecuadamente en una sociedad donde hay un alto grado de miedo y sus carencias para gestionar situaciones marcadas por la  incertidumbre.

El modelo democrático en  su versión liberal, hegemónico desde  el final de la Guerra Fría, sostiene como principio que los ciudadanos son capaces de tomar decisiones de una forma más o menos lógica, atendiendo a una serie de argumentos o consideraciones previas; teniendo como objetivo su propio beneficio o el de la comunidad a la que pertenece.

Esta propuesta presupone la existencia de un sujeto racional, con  capacidad de realizar este proceso reflexivo, y de un escenario en el que puede realizar dicho análisis, situación ideal que no siempre ocurre en la vida social real. En un escenario en el que no se puede garantizar ambos presupuestos,  el modelo democrático liberal empieza a tener problemas.

Estos problemas se deben a que las democracias liberales, en su formulación teórica, surgen como un modelo de organización político que busca suprimir o reducir a su mínima expresión la incertidumbre existente en la vida social.  De ahí su interés en la formalización y procedimenalización de todos los aspectos de la  convivencia colectiva.

Una idea heredada del contractualismo clásico que, debido a las condiciones históricas en que surgió, consideraba las situaciones caóticas como una amenaza para la convivencia social; siendo el origen de los constantes enfrentamientos que ocurrían en esa época.  Aspectos que se han abordado en otra entrada.

La desaparición de la Unión Soviética tuvo dos efectos colaterales cuyas consecuencias son de especial relevancia para la situación actual.

Primero,  se identificó los ideales y los valores democráticos con el sistema democrático liberal,  olvidando que histórica y teóricamente existen otros modelos democráticos igual de válidos. En los cuales es posible encontrar variaciones  en relación a sus conceptos básicos, principios o valores. Segundo, se asumió  que suprimir la incertidumbre era un principio democrático fundamental. Generando que las instituciones políticas no dispusieran de elementos o herramientas con los cuales gestionarla.

Mientras a finales del siglo XX la realidad social evolucionaba hacia un escenario más complejo  en el que la incertidumbre ocupaba un papel central; los sistema políticos basados en el modelo democrático liberal seguían atados  a los principios de los siglo XVIII y XIX.

Por supuesto, una pretensión de este tipo está condenada a tener problemas en las sociedades actuales.

Democracia liberal y la supresión de la incertidumbre

No es un secreto que el ideal democrático está atravesando tiempos difíciles.

A lo largo de la última década, varios sistemas políticos con sólida tradición democrática han experimentado crisis a distintos niveles: económico, institucional, social, político, etc. , que están siendo aprovechadas por líderes populistas para tener más influencia y alcanzar el poder.

Lo cual ha consolidado la sensación de que los líderes y los sistemas democráticos no son capaces de ofrecer respuestas adecuadas a las crisis y tampoco pueden garantizar el bienestar de sus ciudadanos.  Provocando, en la población, un sentimiento de preocupación que puede convertirse en miedo. Como hemos explicado en otra entrada, el miedo es una grave amenaza para el buen funcionamiento de los sistemas políticos.

Pero, ¿cómo puede la preocupación convertirse en miedo?

La preocupación es un sentimiento que surge, desde un punto de vista personal, cuando somos incapaces de evaluar si una situación actual o futura puede  generar consecuencias negativas para nosotros. También aparece cuando somos incapaces de encontrar soluciones a los problemas que nos afectan, por sus consecuencias para nuestro futuro.

Está relacionada con la dificultad para anticipar con certeza lo que ocurrirá en un futuro. En otras palabras, con  nuestra dificultad para asumir y gestionar la incertidumbre.

Cuando la preocupación se refiere a temas relacionados con la convivencia social o la vida política, se espera que sean los líderes o las instituciones quienes  ofrezcan las soluciones a los problemas existentes. Como ciudadanos tendemos a considerar que, el mejor sistema político es aquel que nos libra de la mayor cantidad de preocupaciones  limitando la incertidumbre.

Si la ciudadanía considera que las instituciones no están cumpliendo con esa función puede perder la confianza en ellas y, por tanto, dejar de apoyarlas. Lo que  terminaría provocando la perdida de legitimidad del sistema político en su conjunto.

Incertidumbre y verdad

Otro problema que afecta a los sistemas democráticos actuales son los  bulos,  las fake news y el resto de los elementos vinculados al concepto Posverdad.

Ideas que se enmarcan dentro de un proceso de transformación general de la actividad política, que está dejando de ser una actividad enfocada a  buscar la solución real a los problemas que tiene una comunidad para convertirse en un espectáculo mediático; dando lugar a la  Política Espectáculo, un modelo de presencia en el debate político donde lo importante es captar la atención de la audiencia y movilizar sus emociones, una forma de hacer política en donde la verdad no importa.

Esta preocupante deriva, analizada desde la ciencia política, afecta especialmente a los sistemas democráticos; pues todos comparten, como principio, que es posible alcanzar algún tipo de verdad colectiva en torno a la que organizar la convivencia de las sociedades y estructurar el sistema político.

¿Cuál es dicha verdad?, ¿cómo se obtiene?, ¿cuál es su naturaleza?, ¿cómo interactúa con las instituciones?, son preguntas que cada modelo responde de manera distinta, dando origen a una formulación concreta.

Para el modelo liberal resulta mucho más problemático, pues necesita una verdad claramente establecida para funcionar adecuadamente. Cualquier cosa diferente sería una antesala al caos y a la incertidumbre; un escenario que, como ya sabemos, es incapaz de gestionar.

No pretendemos aquí realizar una  reflexión sobe la verdad en la política o en la democracia, trabajo que se ha hecho en otra entrada de este blog titulada Hechos y Relatos , que os recomendamos leer. solo queremos resaltar que desde este ámbito de análisis también nos encontramos con la idea que los problemas de la democracia liberal empiezan cuando se topa con la incertidumbre.

¿Hacia un modelo de democracia compleja?

Si repasamos la evolución histórica de la democracia como modelo de gobierno, que se remonta a la Antigua Grecia, podemos apreciar que su principal característica ha sido su capacidad de adaptación a los cambios  ocurridos en su entorno. Cualidad que ha estado especialmente presente en el modelo democrático liberal.

Por lo que resulta paradójico que el modelo de democracia liberal siga anclado en los principios contractualistas del pasado.

La salida a esta crisis pasa por conseguir un modelo democrático capaz  de gestionar adecuadamente la incertidumbre.

Así como en el pasado la democracia fue capaz de adaptarse a distintas situaciones que le eran desconocidas: aumento del tamaño de las ciudades, surgimiento de los estados nacionales,  generalización de la ciudadanía, especialización funcional de la política, etc., es necesario que ahora se adapte a la complejidad de esa nueva realidad.

Una complejidad que está asociada a los conceptos de emergencia e incertidumbre. Pero, ¿cómo adaptarse a esta nueva realidad?

Cualquier modelo democrático adecuado a  la realidad compleja debería promover los siguientes elementos:

  • Promover una ciudadanía consciente. Que no se limite a esperar que sus representantes solucionen todos los problemas; que se implique en la toma de decisiones que afectan a la comunidad y que desarrolle competencias personales que le permitan convivir con cierto grado de incertidumbre.
  • Construir un liderazgo responsable. Que se base en la solución de las problemáticas existentes y no en movilizar los sentimientos de la ciudadanía. Un liderazgo cercano, capaz de explicar a la sociedad la lógica detrás de las decisiones tomadas; no ofrecerle propaganda o respuestas fáciles.
  • Desarrollar Instituciones sensibles a la realidad.  Capaces de comprender las problemáticas de una forma integral, para avanzar en la construcción de soluciones globales e interdisciplinares.

A partir de estos tres pilares podrá avanzarse en la construcción de un nuevo modelo democrático, adaptado a los tiempos actuales: la Democracia Compleja.

 

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