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15/06/2018

En Torno a Mayo del 68: Pensamiento Crítico y Movimientos Sociales

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Mayo del 68, filosofía política y acción social

Este post es un resumen de la ponencia presentada por José Pablo Tobar, investigador del  Área de Sistemas Políticos y Sociales de la Fundación Sicomoro, en el marco del Congreso Internacional «Mayo del 68/50 años después»; organizado por el Departamento de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, del 21 al 23 de mayo de 2018.

Dicha exposición buscó demostrar la existencia de una conexión entre los sucesos ocurridos aquel año, no solamente los de Paris, con una serie de debates y reflexiones teóricas contemporáneos en el tiempo, generalmente provenientes de la filosofía política.

 La ponencia concluyó que se dio una conexión, un mutuo condicionamiento y una retroalimentación entre ambos.

Pero ésta no fue una conexión puntual; fue un proceso continuado en el tiempo, dotado de una evolución propia y que comprendió diferentes fases: el periodo previo al año 1968, los sucesos ocurridos ese año y el desarrollo posterior al mismo.

Decepción y desilusión en la posguerra

En primer lugar, es necesario abordar la etapa previa al año 1968, un periodo que se remonta a la década de 1950, durante el cual varios planteamientos filosóficos realizaron una profunda reflexión sobre las limitaciones y problemáticas de las sociedades modernas.

Pensamiento crítico selección de autores.

Escenario en el que podemos identificar tres vertientes claras de pensamiento crítico, construidas desde la filosofía política:

  • El análisis de la Primera Escuela de Frankfurt sobre la Razón Instrumental, la Industria Cultural y la Cultura de Masas, elaborados por Adorno, Horkheimer Marcuse. Centrados en las nuevas estrategias de control político, implementadas por las sociedades industriales avanzadas, y su capacidad para prevenir cualquier propuesta de cambio social.
  • La crítica a  la deshumanización de la sociedad, que elaboró Hannah Arendt, tomando como punto de partida el estudio de los aspectos éticos y morales que deberían  regir la convivencia dentro de las sociedades y los sistemas políticos. Un proceso que termina convirtiéndonos en maquinas, desprovistas de sentimientos o conciencia, y genera una convivencia basada en el conflicto y el enfrentamiento.
  •  La relectura crítica del marxismo llevada a cabo por Louis Althusser. Que obligó a una nueva y profunda reflexión respecto al concepto de ideología y su funcionamiento en las sociedades de la época.

Pese a las diferencias existentes entre dichas posiciones, partían de fundamentos comunes:

  • Se ponía en cuestión la idea de progreso. Un principio proveniente de la Ilustración, que había sido recuperado como fundamento para las sociedades de posguerra, el cual sostenía que el mayor desarrollo de la razón posibilitaría un avance positivo en todos los ámbitos de la sociedad, la política y el ser humano.
  • Derivado de lo anterior, la negación de la asimilación del desarrollo técnico o tecnológico como señal de desarrollo social.
  • Criticar la instrumentalización de las relaciones al interior de la sociedad.
  • Denunciar un modelo social que avasallaba y no tenía en cuenta a las personas y sus necesidades.

Tales factores indicaban que las sociedades de posguerra poseían una serie de contradicciones y tensiones internas que no eran capaces de resolver adecuadamente. Situación que hacía prever la aparición de conflictos a su interior.

En resumen, la filosofía política sostenía que la inestabilidad social o el fallo de los modelos de convivencia provendría de su propia incapacidad para solucionar adecuadamente sus problemáticas internas; no por el efecto de agentes externos.

Idea contraria al discurso y la mentalidad estratégica de la Guerra Fría, según la cual todos los problemas de un sistema provenían del la actuación e influencia del sistema contrario.

Una hipótesis que no fue tomada en serio hasta 1968, cuando las problemáticas internas superaron el punto crítico, y pusieron en peligro la estabilidad de los dos grandes sistemas hegemónicos, el capitalismo occidental y el comunismo soviético.

Sucesos como la Primavera de Praga, Mayo del 68, las revueltas estudiantiles en diferentes lugares del mundo, etc., no fueron provocados por acciones del bloque contrario; sin por los fallos internos de cada uno de los sistemas, incapaces de dar respuesta a las necesidades sociales existentes.

Crítica y el fin de las cosmovisiones.

Ya en la década de 1960 , contemporáneo con dichos movimientos,  las propuestas de la filosofía política varían significativamente. Ganan protagónismo los planteamientos críticos del posestructuralismo francés.

Se destacan figuras como la Michel Foucault, con su análisis sobre el sujeto, el poder, el castigo y la sociedad disciplinaria; Gilles Deleuze estudiando las relaciones entre la mente humana y la estructura de la sociedad y; Jacques Derrida reflexionando acerca del arte, el lenguaje y el ejercicio del poder.

Mayor del 68, marcha en Paris.

Estas posiciones coinciden en una serie de aspectos que merecen mención:

  • Señalar el fin de las cosmovisiones o los metarrelatos. Postulados o teorías que pretendían dar una explicación total y comprensiva de la realidad, a partir de unos principios determinados; construidos desde arriba (desde las instituciones o grupos de poder) y definiendo una serie de procesos que regían el funcionamiento social. Tanto el liberalismo como el marxismo eran metarrelatos.
  • Centrar su análisis en las dinámicas surgidas desde abajo (botton up), las que realmente estaban construyendo y organizando la convivencia social. Lo cual cambiaban la visión de la realidad, que se convertía en un escenario complejo, dinámico, caótico, no-lineal y marcado por la continua emergencia de fenómenos.
  • Asignar un papel central a las relaciones comunicativas, en la construcción de la convivencia social y política.

Se generó un nuevo modelo para entender la sociedad; definida como un espacio de interacción entre procesos comunicativos (Flujos) diferentes, a veces contrapuestos,  surgidos de los diferentes integrantes de la comunidad.

La marcha de las sociedades está definida por dichas interacciones; que pueden ser cooperativas, complementarias, indiferentes e; incluso, conflictivas y enfrentadas.  En concreto, por la sumatoria total de las interacciones que se producen de manera simultánea y correlativa.

Este trabajo permitió identificar el enfrentamiento fundamental que amenaza la estabilidad de las sociedades de la posguerra:

El que se daba entre las instituciones sociales y los sujetos políticos tradiciones (partidos políticos, clases sociales, líderes), que promovían un construcción de la convivencia social desde arriba, desde lo institucional y formal; contra las dinámicas de funcionamiento cotidiano que se construían desde abajo, que no siempre se correspondían con los intereses institucionales y que socavaba las reglas de la convivencia social tradicional.

Este conflicto estaba presente en las sociedades de ambos lados del Telón de Acero. Permanecían latente, pero no estático, se agudizaba a medida que evolucionaba la sociedad. Era cuestión de tiempo para que se hiciera manifiesto.

Lo que ocurrió en 1968.

 Los límites del pensamiento y la sociedad

Estos planteamientos filosófico-políticos demostraron tener una gran capacidad de análisis, para detectar los problemas que existían al interior de las sociedades de su tiempo.  Sin embargo, no fueron capaces de articular alternativas o propuestas para superar dichas problemáticas.

La contundencia del diagnóstico condujo a una situación de desesperanza, representada en una especie de fatalismo filosófico del que no pudieron escapar estas posturas.

Al igual que los movimientos de protestas surgidos alrededor del 68, estas posturas de la filosofía política fueron incapaces de encontrar una salida. Quedaron reducidas a la mera negatividad de la critica.

Recordando 1968 y los hippies

Dos hippies en Woodstock (1969), Festival musical qeu se convirtió en el emblema de esta contracultura que se consolidó en el año 1968.

Un fatalismo del que la filosofía política intentó escapar en un tercer momento, posterior a lo ocurrido en el año 1968, desde dos posiciones:

De un lado las reflexiones de Jürgen Habermas, heredero de la Escuela de Frankfurt, centradas en recuperar la comunicación como el punto de partida para reconstruir el funcionamiento de la sociedad; pero a partir de elementos como el diálogo y el consenso.

De otro lado, la Teoría de la Justicia de John Rawls, que recupera el contractualismo clásico en su versión kantiana.

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